Después de todo el tiempo que hemos pasado aprendiendo sobre el lore del juego, decir que la alianza y la horda son facciones enfrentadas, y que estamos en guerra, es quedarse muy
corto.
Si optamos por mirarlo desde la mecánica del juego, es lógico que haya más de una facción porque así se puede diseñar fácilmente un sistema de pvp. Pero detrás de esa mecánica de “te voy
a romper la crisma porque vas de otro color”, hay más, mucho más.
Si nos atenemos únicamente al lore, la alianza y la horda podrían haber firmado la paz hace mucho tiempo. Pero entre unas cosas y otras, siempre hay algún motivo para mantener las
hostilidades.
Que si Garrosh ha convencido a los suyos para pensar que son superiores, que si los humanos tenían esclavizados a los orcos, que si la horda destruyó Theramore y tenemos que clamar
venganza etc. Blizzard ya se encarga de que las 2 facciones permanezcan enfrentadas. Pero además de eso existe algo mucho más profundo, algo que Blizzard no puede controlar, y que los
jugadores hemos asumido como nuestro. Hablo por supuesto, del orgullo racial y de facción.
Algo que muchos no entienden, es que cuando llevas jugando cierto tiempo deja de haber diferencias entre tu personaje y tú. Te llaman por el nombre del personaje cuando
vas por la calle y te das la vuelta como si fuese lo más normal del mundo. Todo lo que tu personaje ha vivido cuenta como experiencia personal, y cualquier agravio que haya
sufrido es algo que te han hecho a ti.
Desde pequeños se nos ha enseñado, sobre todo en los reinos de pvp, que el enemigo siempre está al acecho. Que cuando más tranquilo estás siempre aparece el 90 de turno equipado full
pvp y te mata 15 veces seguidas. Mientras intentas sobrevivir a eso vas haciendo misiones, y el enemigo es casi siempre de otra raza, es de otro color… es de la otra facción.
Todos defendemos nuestros colores y nuestra raza, o somos rojos o somos azules. Yo soy alianza y no puedo olvidar las aberraciones cometidas por la horda. Los incontables muertos en los
campos de batalla, el ataque a traición en la puerta de cólera, la destrucción de Theramore, y mil actos más. Para mi es imposible perdonar a quien tanta sangre ha derramado, es
impensable no odiar a esas razas que se agrupan bajo la bandera roja.
Por todo eso, nunca dejaré de odiar. Porque alguien debe mantener viva la batalla del rojo contra el azul.
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