En los años que llevo dirigiendo mi propia hermandad he tenido la oportunidad de conocer a muchos otros maestros de hermandad, jugadores que han tenido que enfrentarse a multitud de problemas y que han lidiado con ellos con mejores o peores resultados.
Después de haber conocido a tantos maestros, y de haberme contado ellos tantas experiencias y problemas, he llegado a la inevitable conclusión de que aunque no hay dos maestros iguales, sí que se nos puede englobar a todos, incluyéndome a mi mismo, en dos categorías. La de los que dirigen su hermandad con el corazón y la de los que la dirigen con la cabeza.
Los primeros son los que tiran de sentimientos, los que tratan siempre de quedar bien con todo el mundo y procuran que nadie se sienta mal. Son los que procuran dar a sus compañeros todo lo que piden y perdonan cualquier error que hayan cometido si demuestran arrepentimiento. Anteponen la amistad, el compañerismo y los sentimientos que tengan hacia los demás, a cualquier otra cosa.
Los segundos, como imagino que habréis imaginado, son los que dirigen sus hermandades con la cabeza. Son los que procuran mantener siempre la mente fría y no dejarse influir por sus propios sentimientos hacia los demás. Les da igual que la persona con la que estén tratando sea un amigo o no, porque su principal pensamiento es hacia la hermandad.
Para que os hagáis una idea más clara os pondré un ejemplo: Montando una raid falta un dps y hay para elegir dos jugadores de la hermandad, el maestro que se deje llevar por los sentimientos elegirá al que mejor le caiga, mientras que el otro seguramente elegirá al que más preparado esté.
También hay matices, yo por ejemplo, llevando una hermandad de tipo social como es la mía, sólo miraría que cumpliesen con los mínimos de equipamiento que se le hayan pedido a los demás, y elegiría o bien al que considere que se lo merece más porque siempre está disponible cuando se le pide ayuda, o al que haya respondido antes a la hora de pedir el dps en cuestión.
Supongo que eso me situaría en el segundo grupo, el de los que dirigen su hermandad con la cabeza y no con el corazón, pero ahora quiero saber cómo lo hacéis vosotros, así que a continuación os dejo la pregunta de esta semana:
¿Dirigís vuestra hermandad con la cabeza o con el corazón?
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