Hace unos días tuve la oportunidad de hablar con otro jugador al que hacía años que no veía, habíamos coincidido un par de veces durante la WOTLK y nos encontramos años depués a mitad de Legion. Estuvimos hablando un par de horas, una cosa llevó a la otra y al final, cómo no, salió el tema de las raids y las hermandadades.
Veréis, él ha sido siempre un raider de los clásicos, de los que se esfuerzan desde el primer minuto y wipean las veces que hagan falta para conseguir ver al jefe de turno tirado en el suelo. El equipo, los logros y todo eso que otros buscan en una raid, para él es secundario, es de los que sólo busca el reto de poder ir un poco más lejos, sin importar el tiempo o el esfuerzo que cueste. Además es un jugador de los que se implican hasta las últimas consecuencias, y eso lo ha llevado a ser durante muchos años el Raid Líder de su grupo, es decir, que además de tener que darlo todo en medio del combate tiene la responsabilidad de que los demás hagan también su trabajo.
Yo por el contrario ya sabéis como soy (o deberíais), un jugador más casual, de los que raidea si puede pero que no se preocupa si no consigue tumbar al jefe, de los que tiene como máxima aspiración dentro del juego el mantener unido a su grupo de jugadores y conseguir que el ambiente sea distendido, para que todos en la hermandad lo pasen bien.
Se podría decir que vemos el juego de una manera totalmente opuesta; Él es aficionado al lado competitivo y yo al lado social, pero aún así tenemos algo en común, nos gusta dirigir a nuestros compañeros para asegurarnos de que todo marche bien... O casi, porque lo cierto es que en eso tampoco coincidimos.
Él mismo admite que aunque es un Raid Líder con experiencia nunca ha tenido ese algo que se necesita para dirigir una hermandad. Y yo, bueno... con el tiempo he llegado a la conclusión de que dirigir una raid es demasiado estrés para mi, puedo hacerlo si es necesario, pero en las últimas expansiones he aprendido a dejar ese puesto en manos de algún compañero.
¿Cuál es la diferencia entonces entre este otro jugador y yo? Pues que aunque los dos reconocemos que hay algo que no se nos da dentro del juego, no son cosas que ocupen la misma cantidad de tiempo. El RL por lo general, una vez y se acaba la raid se olvida hasta el día siguiente, pero el MH es como una madre, que aunque sus hijos no estén presentes sigue teniendo la responsabilidad.
Controlar la hermandad, los rangos, el banco, elegir oficiales, reclutar, resolver disputas, imponer castigos, dar premios, organizar eventos etc. Todo eso y más entra dentro de las funciones de un Maestro de Hermandad cualquiera, y no siempre son fáciles de llevar a cabo.
A nadie le cuesta trabajo jugar con los demás y echarse unas risas, pero en el momento en que les dices que hay que discutir con alguien, arrestar a un compañero o incluso expulsarlo de la hermandad, las cosas cambian. Es la parte oscura del trabajo, la que nadie quiere pero hay que hacer igual.
Aquí no basta con echarle ganas, sino de tirar hacia adelante y resolver los problemas uno a uno, según se vayan presentando. Y eso no todo el mundo es capaz de hacerlo
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