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Dirigir una hermandad no es fácil, y quien se atreva a decir lo contrario o no sabe de lo que habla o miente descaradamente. No es que la parte "técnica" sea complicada, sino que la mayor parte de lo que tiene que hacer quien dirige una hermandad está relacionado con tratar a otras personas, y eso lo complica todo.
No hay 2 personas iguales. Sí, puede que en algunos aspectos nos parezcamos muchos los unos a los otros o que reaccionemos de formas similares, pero ahí termina todo. Siempre habrá algo en nuestro comportamiento que nos diferencie de los demás.
Eso es lo que hace que muchas veces las cosas se compliquen de mala manera cuando uno menos lo espera. Si las personas son distintas entre si ¿cómo podemos aspirar a tenerlos contentos a todos?, es algo casi imposible, y aun así es nuestra responsabilidad.
Por eso mismo, porque nunca podemos saber qué es lo que se puede esperar de los demás, y porque tampoco tiene lógica exigir lo mismo de forma tajante a todo el mundo, tenemos que ser un poco flexibles en nuestras exigencias.
A algunos se les puede hablar de forma directa sabiendo que comprenderán a la primera todo lo que les digamos, mientras que con otros no queda más remedio sino que medir las palabras, una a una para no decir nada inadecuado. No son los demás quienes tienen que adaptarse a nosotros, sino nosotros a la forma de ser de los demás.
Con algunos es fácil, son personas fáciles de tratar a las que se le puede decir cualquier cosa, y otros cuesta un poco más hacerles ver esas cosas. No nos queda más remedio sino que acostumbrarnos a ello, pero incluso así, consiguiendo hacerlo hay un problema de base que no siempre podemos solventar. El trato entre los demás.
Los demás son sólo jugadores sin responsabilidad, y no tienen porqué pensar en como ha de reaccionar el resto cuando les hablan. Nosotros tan sólo podemos intentar hacerles ver las cosas de cierta manera, tratar de corregir algunas actitudes en su trato hacia los demás y llegado el caso agradecerles otras.
Yo me alegro cuando tengo que agradecerles su comportamiento, pero no siempre ocurre, y por eso algunos los valor más que otros. Si tuviese que elegir uno sólo me quedaría con el respeto hacia los demás, ese es el que más valoro y por desgracia no todo el mundo lo tiene.
Pero como suele ocurrir casi siempre yo me enrollo a hablar y al final pierdo el hilo. Aquí lo importante no es lo que yo haga o diga, sino lo que vosotros opinéis al respecto así que mejor os hago ya la pregunta de la semana.
¿Qué valoráis más en vuestros compañeros?
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